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«La conciencia podría ser un fenómeno cuántico»

Hartmut Neven

Jefe del laboratorio de Inteligencia Artificial Cuántica de Google

«La conciencia podría ser un fenómeno cuántico»

Los ordenadores actuales operan con una lógica binaria, ceros y unos. Los cuánticos superan esa lógica, están en varios estados a la vez. Lo que no solo multiplica el potencial de la computación, sino que abre la posibilidad a la existencia de multiversos. Hartmut Neven, jefe del laboratorio de IA cuántica de Google, va incluso más allá: es la llave para entender cómo funciona nuestra conciencia.

Jueves, 14 de Agosto 2025, 12:01h

Tiempo de lectura: 7 min

Hartmut Neven, de 60 años, nació en Aquisgrán (Alemania), pero desde los noventa vive en California y desde 2006 trabaja para Google. Ahora es el director de su ambicioso Laboratorio de Inteligencia Artificial Cuántica en Santa Bárbara. Neven estudió Física y Economía, pero cada vez está más interesado en cuestiones filosóficas trascendentales. Cree que la conciencia, la capacidad de ser conscientes de nosotros mismos y reflexionar sobre nuestra existencia, esté relacionada con la superposición cuántica. No es el primero en proponerlo, pero sigue siendo una teoría polémica que él opina que los ordenadores cuánticos permitirán demostrar. Parte de que cada evento cuántico crea una ramificación de realidades, formando universos paralelos. Neven sugiere que la conciencia podría ser el mecanismo por el cual los humanos experimentan una rama específica de ese multiverso. Y actúan en consecuencia.

XLSemanal. ¿Ha venido a esta entrevista por voluntad propia?

Hartmut Neven. Ah, ya veo por dónde vas. Decidí venir por voluntad propia.

XL. ¿Por qué está tan seguro?

H.N. He reflexionado mucho sobre la conciencia y he desarrollado mi propia teoría.

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Superpotencia. Google presentó el año pasado Willow, un chip cuántico que resuelve en cinco minutos una tarea que un superordenador tardaría cuatrillones de años en solucionar. Neven (a la izquierda) está al frente del proyecto.

XL. ¿Y cuál es?

H.N. En principio, necesitas saber una cosa: las ecuaciones de la mecánica cuántica establecen que, bajo ciertas condiciones, las partículas elementales y todo lo que las compone pueden estar en diferentes estados al mismo tiempo. Los físicos llaman a esto 'superposición'. En dicho estado, en mi teoría, ocurren dos cosas: primero, surge una experiencia consciente y, segundo, permite tomar una decisión, como, por ejemplo, asistir o no a la entrevista.

XL. Por favor, explíqueme esto con más detalle.

H.N. Estamos sentados en esta sala ahora mismo. Hay una taza de café a mi derecha. Y ambos vemos lo mismo. Las leyes de la mecánica cuántica, tal como las entendemos muchos de mis colegas físicos y yo, establecen que existen innumerables estados en paralelo. Hay otros Hartmuts sentados en una sala diferente; algunos tienen tazas de café rojas y, en algunos mundos, están a mi izquierda. Y todo sucede simultáneamente.

«Si analizamos las ecuaciones de la física cuántica, ahora mismo hay millones de otros 'yo' que tienen sus experiencias en otros lugares. Pero solo podemos percibir conscientemente un estado a la vez»

XL. ¿Y dónde están los otros mundos?

H.N. Si analizamos las ecuaciones de la física cuántica, solo hay una conclusión para mí: toda superposición crea universos paralelos. Hay millones de otros Hartmuts que tienen sus experiencias en otros lugares. Pero solo podemos percibir conscientemente un estado a la vez.

XL. Suena a ciencia ficción. ¿Por qué le interesan los mundos paralelos y la conciencia?

H.N. Las superposiciones surgen constantemente y en todas partes: en el cerebro, en las hojas de los árboles, en el sol. También en los ordenadores cuánticos, que utilizan los llamados 'cúbits' como unidades de cálculo. A diferencia de un bit convencional, los cúbits pueden ocupar no solo un estado, como cero o uno, sino varios simultáneamente. Por lo tanto, también forman superposiciones.

XL. ¿Qué se desprende de esto?

H.N. Con una computadora cuántica podría ser posible expandir la conciencia humana en el tiempo, el espacio y en su complejidad. Digo 'podría'; muchos grandes pensadores han estudiado la conciencia. Es posible que mis ideas sean erróneas.

«Cuando alimento a mis peces, pienso: 'No tenéis ni la menor idea del mundo. No sabéis de dónde viene vuestra comida'. Creo que los humanos somos un poco como los peces en un estanque: tenemos poca idea del universo»

XL. Usted fundó una empresa de reconocimiento de imágenes y la vendió a Google por cuarenta millones de dólares. Podría no trabajar. ¿Qué le motiva?

H.N. Soy un científico vocacional. Cuarenta millones de dólares no son suficientes para construir una gran computadora cuántica. Así que agradecí mucho a Google la oportunidad de hacerlo.

XL. ¿De dónde viene su fascinación por esta tecnología?

H.N. De un malentendido. Estaba atascado en una autopista y escuché un programa de radio sobre computadoras cuánticas. Creí que podrían ser buenas para reconocer personas u objetos en imágenes. Me pareció fascinante y leí sobre el tema. Enseguida me di cuenta de que los ordenadores cuánticos no son adecuados para reconocer imágenes. En cambio, ciertos problemas de aprendizaje automático podrían resolverse mejor ejecutándolos en ellos. Y luego convencí a mis jefes en Google de esto.

XL. Quiere construir un ordenador cuántico funcional para finales de la década. ¿Cuánto dinero requiere el proyecto?

H.N. No daremos la cifra exacta, pero está en miles de millones.

XL. ¿Para qué utilizaremos los ordenadores cuánticos?

H.N. La primera aplicación para una computadora cuántica es la simulación de moléculas. Esto nos ayudará a encontrar nuevos principios activos para medicamentos, optimizar el flujo de aire sobre las alas de un avión o comprender los complejos procesos de un reactor de fusión nuclear. O a construir mejores células solares, filtros de agua o baterías para coches eléctricos. 

XL. ¿Será esto rentable algún día?

H.N. Por supuesto. Hoy en día, las computadoras cuánticas experimentales, mucho menos potentes que las que ya hemos desarrollado en nuestro laboratorio, se venden por cien millones de dólares cada una. La inversión se amortizará relativamente rápido.

XL. ¿Qué hace tan específicos a los cúbits? ¿Cómo se calcula exactamente con ellos?

H.N. Todos los sistemas de información existentes, desde el ábaco hasta la supercomputadora, pueden describirse mediante las leyes de la física clásica. La mecánica cuántica nos permite realizar nuevas operaciones. Imaginemos que tengo un armario gigante con un millón de cajones y pongo un objeto en uno de ellos. Ahora jugamos a un juego: tienes que encontrar el objeto. En promedio, tendrías que abrir medio millón de cajones. Una computadora cuántica solo necesita mil operaciones para encontrar este objeto.

XL. ¿Cómo es eso posible?

H.N. Eso no es posible en este mundo. Pero si se usa la interpretación de los universos paralelos se puede explicar. En resumen, la computadora puede abrir varios cajones en un solo paso. Al operar en múltiples mundos simultáneamente, logra más en cada paso. Un chip con 500 cúbits puede acceder a dos universos paralelos elevados a la quincuagésima potencia, una cifra enorme.

XL. Una vez que un ordenador cuántico esté en funcionamiento, ¿podrá resolver los grandes problemas de la humanidad?

H.N. Lamentablemente no. Cada nueva tecnología plantea nuevas preguntas. 

XL. En la industria tecnológica corre el chiste de que las computadoras cuánticas son como la fusión nuclear: estarán listas en diez años... desde hace décadas.

H.N. Desarrollar computadoras cuánticas requiere mucha paciencia. Quien espere un gran avance cada trimestre se decepcionará. Estamos a mitad de camino. Los cables siguen siendo un desafío. En la actualidad, cada cúbit requiere un cable independiente para controlarlo. Tantos cables causan problemas. 

XL. Algunos afirman que las computadoras cuánticas quedarán obsoletas en la era de la inteligencia artificial. La IA avanzada podría resolver con la misma eficacia los problemas que se buscan con una computadora cuántica.

H.N. Lo veo de otra manera. Creo que para cuando la IA cumpla 100 años, se habrá fusionado con las computadoras cuánticas en una sola tecnología. Yo la llamo 'IA cuántica'. Los avances se complementan.

XL. ¿Cómo podría ser eso?

H.N. Me imagino centros de datos repletos de chips de IA y salas con computadoras cuánticas. Ambas tecnologías probablemente serán las más transformadoras que veremos en nuestra vida.

XL. También quiere usar computadoras cuánticas para resolver el misterio de la conciencia humana...

H.N. Supongo que la experiencia consciente se origina donde surge un estado de superposición. Si eso es cierto, puedo moverme a un mundo u otro. Pero nada en la mecánica cuántica determina cuál. Incluso si conocieras todo mi pasado, no podrías predecir en qué configuración de la realidad me convertiría. Esto abre una maravillosa oportunidad para postular: tengo la opción de elegir adónde quiero ir. Eso significaría que las superposiciones van de la mano con la experiencia consciente y el libre albedrío.

XL. ¿Nos ayudarán los ordenadores cuánticos a percibir múltiples realidades en paralelo?

H.N. No. Aunque existen todas estas otras configuraciones de este espacio, son inaccesibles para nosotros. Estamos y permanecemos en una configuración en todo momento. Esto suena a simple experimento filosófico; sin embargo, mi sugerencia es que las teorías de la conciencia pueden probarse con una computadora cuántica.

XL. ¿Cómo se supone que esto funcionará?

H.N. Si mi suposición es correcta, los estados de superposición se forman constantemente en el cerebro a nivel molecular, lo que da lugar a nuestras experiencias: ¿qué sabor tiene el café? ¿Cómo te sientes ahora mismo? Así que también hay una especie de cúbits en el cerebro. Propongo conectar los cúbits del cerebro con los de un procesador cuántico y superponerlos. Si mi hipótesis es correcta, deberías notar en esta configuración: ¡guau!, mi experiencia se ha enriquecido. Quizá el café, de repente, sabe más intenso y el rojo parece más rojo.

XL. ¿Qué espera conseguir?

H.N. Dar un pequeño paso hacia una mejor comprensión del mundo. Cuando alimento a los peces koi en el estanque de mi jardín por la mañana, a menudo pienso: «No tienes ni la menor idea del mundo. No sabes de dónde viene tu comida. No sabes de dónde viene el ruido cuando un avión sobrevuela tu casa». Creo que los humanos somos un poco como los peces en un estanque: tenemos poca idea de cómo está estructurado el universo.

© Der Spiegel