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Viernes, 08 de Agosto 2025, 10:50h
Tiempo de lectura: 2 min
Cada caza F-35 lleva 23 kilos de samario en sus imanes. También los misiles de última generación y los tanques. Sin este componente hasta las bombas inteligentes se vuelven estúpidas. El samario es a la industria militar como el silicio a la informática.
China produce el cien por cien de este elemento que nadie conoce, pero del que depende la maquinaria militar mundial. Porque no es un metal cualquiera. Sus imanes resisten temperaturas altísimas sin perder su fuerza magnética. Esta característica los hace esenciales para soportar el calor de los motores eléctricos de alta velocidad en espacios reducidos, como los conos de los misiles o los sistemas de guía de las bombas inteligentes.
El 4 de abril, Pekín suspendió las exportaciones de samario. La medida cogió con el pie cambiado a los Estados Unidos y a la OTAN, que sin él no pueden reponer sus arsenales. Esta maniobra china hay que enmarcarla en la guerra comercial desatada por el presidente Donald Trump. Y Pekín golpeó donde más duele. Históricamente, los ejércitos occidentales dependían de una planta francesa para refinar este mineral, pero cerró en 1994.
La extracción y tratamiento de samario la controla desde entonces China. Nadie puede competir con la producción barata de Baotou, al borde del desierto de Gobi, una ciudad industrial en la región de Mongolia Interior con un historial de aplicación laxa de leyes ambientales.
China no solo gestiona las minas, también las fábricas donde se trata; a veces, en instalaciones secretas. Los compradores de grandes corporaciones han llegado a ir en maleteros de coches para no descubrir su ubicación. Todavía se calcula que en torno a un 40 por ciento del negocio está fuera del radar.
La interrupción de los suministros llega en el peor momento. Estados Unidos y Europa se están apresurando a reconstruir sus arsenales de armamento avanzado, agotados por los envíos a Ucrania. El cerrojazo a este componente esencial ha puesto en jaque la supremacía militar occidental.