Los chinchas, de Perú, insertaban palos en los huesos de sus muertos. Han hallado 192 cadáveres empalados. ¿Por qué lo hacían?
La sorpresa llegó en 2012. Un grupo de arqueólogos se encontraba trabajando en el valle de Chincha, en el sur de Perú. En sus excavaciones se toparon con algo que nunca antes habían visto: conjuntos de vértebras humanas insertadas en juncos.
Y surgieron
La sorpresa llegó en 2012. Un grupo de arqueólogos se encontraba trabajando en el valle de Chincha, en el sur de Perú. En sus excavaciones se toparon con algo que nunca antes habían visto: conjuntos de vértebras humanas insertadas en juncos.
Y surgieron las preguntas. ¿Quién y cuándo había manipulado de esta manera los restos óseos? ¿Con qué fin lo habían hecho? Siguió una década de investigación y datación de los restos para dar con algunas respuestas, recogidas en un reciente artículo en la revista Antiquity.
En total, los investigadores han localizado 192 ejemplares de este tipo: huesos pertenecientes a adultos y niños del pueblo chincha sujetos con palos. Y han comprobado que los juncos fueron recolectados pocos años después de la muerte de los sujetos. Se trata, pues, de un rito fúnebre de la época, en torno a los años 1450 y 1640.
Los colonizadores buscaban oro en las tumbas, pero también acabar con los rituales religiosos de los indígenas
¿A qué se debía esta práctica? Su hipótesis es que era una manera de la cultura chincha de 'reconstruir' a sus muertos.
En la época colonial eran frecuentes los saqueos de tumbas por parte de los europeos. Tenían un doble objetivo: hacerse con el oro de las tumbas y acabar con las prácticas religiosas indígenas.
Los restos óseos eran fundamentales entre los chinchas y los incas, no solo por su utilidad en 'la otra vida', sino porque exhibían los restos de los muertos en distintos rituales. Incluso se ha comprobado que los pueblos andinos añadían restos, como uñas o pelos, de otros cuerpos para 'reconstruir' a sus ancestros y obtener así nuevas imágenes de culto.
Muestra de ello es que Atahualpa, el último soberano inca, se convirtió al cristianismo justo antes de morir para no arder en la hoguera: así sus huesos, no reducidos a cenizas, podrían 'alcanzar la eternidad'.

Excavaciones en curso
Las chullpas eran unas elaboradas construcciones funerarias del pueblo chincha, cuyo reino dominó Perú entre el año 1000 y el 1400, antes de ser dominado por los incas. Han sido identificadas más de 500 chullpas en el valle de Chincha. Los arqueólogos, con el británico Jacob Bongers a la cabeza, han localizado los restos empalados de vértebras en el interior y en el acceso de estas estructuras. Consideran que se realizaron entre 1450 y 1640, coincidiendo con el declive de las comunidades chinchas.

Descabezados
Solo se ha encontrado una cabeza unida una falsa columna vertebral, como se ve en esta imagen. Era un pueblo poderoso y guerrero que, sin embargo, vio diezmada su población a mediados del siglo XVI, debido a epidemias y hambrunas, tras la llegada de los europeos. Pasaron de 30.000 cabezas de familia en 1533 a solo 979 en 1583. En 50 años prácticamente desaparecieron.

El ritual
Las chullpas son estructuras de base angular o redonda. En su interior se enterraban varios cuerpos, siguiendo estrictos rituales y dando prioridad a las personas de mayor estatus. También las utilizaron pueblos aymaras e incaicos.
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